Olvídate de Ro...
...y nunca te enamores de una camarera. Dos frases míticas de un fin de semana memorable. He estado este pasado fin de semana en Bellver de la Cerdanya celebrando el cumpleaños de un amigo. Un fin de semana de risas, buen comer, tranquilidad, sol y aire puro. Subir a la montaña siempre me recarga las pilas. En Bellver ante todo he disfrutado del paisaje y de la tranquilidad.


En si el pueblo se ve en una mañana, me encantan los edificios de piedras y de eso Bellver en su parte antigua está bien surtido. De su pasado medieval quedan la iglesia gótica, la plaza del ayuntamiento con su porchada y parte de la muralla que rodeaba en origen la población. Bellver se alza en lo alto de una colina y se pobló en el siglo XIII, antes de ser villa fue un castillo que desde la altura defendía y controlaba "El Camí Ral", vía comercial que atravesaba el condado medieval de la Cerdanya y unía el condado de Conflent con el de Urgell.

Gustavo Adolfo Becquer hizo una visita a Bellver y aprovechó para escribir una de sus leyendas:

"La cruz del Diablo
Que lo creas o no, me importa bien poco.
Mi abuelo se lo narro a mi padre, mi padre me lo ha referido a mi,
y yo te lo cuento ahora, si quiera no sea más que por pasar el rato.
I
El crepúsculo comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas orillas del Segre, cuando, después de una fatigosa jornada, llegamos a Bellver, termino de nuestro viaje.
Bellver es una pequeña población situada a la falda de una colina, por detrás de la cual se ven elevarse, como las gradas de un colosal anfiteatro de granito, las empinadas y nebulosas crestas de los Pirineos."


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